Una de mis compañeras de piso me ha recomendado escribir cuentos para expresar lo que siento, y ahora que he sacado un poco de tiempo voy a ver qué tal:
Érase una vez, unos reyes que tenían una niña un poco rebelde. A medida que pasaba el tiempo, la hija crecía y se enfrentaba más y más con sus padres. Sus padres estaban muy tristes, ya que la niña era la princesa del reino, y heredaría todas sus riquezas, pero ellos no querían que lo heredara si seguía siendo tan consentida.
Un día, sus padres decidieron ponerla una condición: casarse con el príncipe Dastian, futuro rey del reino de al lado. Esto ayudaría a que la hija estuviera controlada, y no sería tan consentida.
Pero para sorpresa de los padres, la hija se negó a casarse con el príncipe Dastian. Ellos siguieron insistiendo, conseguiría muchas riquezas, un marido y una buena vida, pero ella seguía sin querer.
Debido a la presión familiar que recibía, una noche decidió escaparse, marchar a otro lugar donde consiguiera lo que de verdad quería: libertad.
Viajo muchó y muy lejos, cruzó montañas, océanos y valles hasta llegar a otro bonito reino. Intentó conocer a gente, instalarse, conseguir hogar... pero la princesa se llevo una gran sorpresa: la gente de aquel reino no era ni parecida a la gente de su reino. Eran personas bajitas, del tamaño de un gnomo, encorbados y con mala cara. Por más que ella intentaba integrarse, los demás no la aceptaban por ser diferente. Fue entonces cuando se dio cuenta de sus errores, echó de menos a sus padres, sus riquezas, su reino, el príncipe... pero aún así fue demasiado tarde, ya no había vuelta atrás.
Es decir, que nadie valora lo que tiene hasta que lo pierde...
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