Érase una vez un grupo de chicas que decidieron, por viaje de fin de carrera, irse a Cuba. Tenían todo preparado desde hace muchos meses: el billete de avión, el hotel, los lugares por donde salir de fiesta.... Habían puesto mucho empeño en preparar ese viaje, además, habían estado recaudando fondos durante casi dos años para conseguirlo. Y por fin llegó el esperado día de partir.
Cuando llegaron a Cuba todo era como habían imaginado: hotel de lujo 4*, playas de ensueño, sol y calor, fiesta para no parar... A los pocos días conocieron a varios grupos de chicos, algunos cubanos, otros rusos, otros italianos, en fin, de muchas nacionalidades diferentes y todos muy divertidos. Pero el grupo de chicas se juntaron en especial con los cubanos, ya que se ofrecieron en enseñarle los mejores sitios de Cuba, los mejores restaurantes, las mejores playas, les ofrecieron miles de planes.
Una de ellas, María, empezó a sentir algo por uno de los chicos, Ricardo. Durante una noche de fiesta, ellos estaban bailando y se besaron. Desde esa noche, María quería ver mucho a Ricardo, estar todo lo posible con él. Hicieron muchas cosas juntos, fueron al cine, a cenar, a la playa solos.... En definitiva, pasaron 20 días de ensueño. Antes de irse, María y Ricardo se dieron los teléfonos, los facebook, las direcciones... prometiendo escribirse por lo menos una vez a la semana.
Cuando volvieron a España, María no hacía más que pensar en Ricardo, hablaban casi todas las noches por facebook recordando aquellos maravillosos días. Y así pasaron meses y meses, sin poder verse pero echándose de menos el uno al otro. Y María se dio cuenta que Ricardo no había sido un simple capricho, sino que de verdad le quería. Ésta se lo confesó a Ricardo, y Ricardo dijo que sentía lo mismo, pero una relación a distancia era imposible. María se lo contó a todas sus amigas, y estaba muy apenada.
Hasta que un buen día pensó que, una vez había acabado sus estudios y que la persona que más quería estaba en el otro lado del océano, lo que quería era irse a Cuba a vivir con Ricardo. Y así fue, luchó por su sueño y un año más tarde la feliz pareja pudo formalizar su relación.
No todas las causas migratorias tienen que tener principio y final triste ;)